Los servicios de urgencias: ¿son la solución a todos mis problemas de salud?

Cito un testimonio real de una persona que me contó su experiencia cuando consultó a un servicio de urgencias:

“Llevo tres meses con un brote en el pie y no he podido conseguir la cita con el especialista, un amigo me recomendó asistir a urgencias porque la atención es más rápida. Fui, esperé dos horas, ingresé a triage y en menos de cinco minutos me enviaron a pedir una cita por consulta externa. Para eso, mejor me quedaba en la casa”.

Dos meses después le pregunté: ¿cómo estás ahora?, ¿pediste la cita?

Me respondió: “Me quedé así, no pedí cita, el brote me da a veces”.

Ahora te pregunto a ti que estás leyendo, ¿consideras que esta persona tenía una urgencia? ¿usó adecuadamente el servicio? ¿ocupó el turno de otra persona con una urgencia grave?

Te invito a que te hagas estas preguntas antes de consultar a urgencias: ¿Mi vida corre peligro? ¿El dolor es insoportable? ¿Mi condición de salud cambió rápidamente y me siento muy mal? ¿Mi estado de salud puede esperar hasta una cita por consulta externa? Las respuestas son la clave para definir si debo asistir a un servicio de urgencias.

Como paciente, te invito a que pienses en los recursos de los servicios de salud, ya que tienen un límite. Hay un número determinado de clínicas y hospitales en donde tú vives, y estos tienen un número de camas, habitaciones, médicos y enfermeras para la atención de pacientes. Si todas las personas acuden simultáneamente a urgencias, algunas de ellas con enfermedades que pueden ser evaluadas en la consulta externa, generan congestión y espera prolongada a los pacientes que necesitan el servicio de urgencias, ya que la cantidad de pacientes sobrepasa la capacidad de respuesta del personal. Y en medio de esta congestión, se retrasa la evaluación de un paciente con una condición de salud grave. Allí radica la importancia del adecuado uso de los servicios de urgencias.

Entonces te preguntarás, ¿me tengo que estar muriendo para asistir a urgencias? La respuesta es no. Es importante saber que algunas urgencias afectan la calidad de vida de las personas sin llegar a comprometer la vida. Por ejemplo, un dolor abdominal intenso puede que no comprometa la vida, pero este síntoma es una alarma que indica una alteración en el funcionamiento del cuerpo que obliga a consultar a urgencias. Allí, los pacientes son evaluados por el servicio de clasificación o “triage”, donde se define la prioridad de atención, según la gravedad. La clasificación 1 (sala de reanimación): persona muy grave; 2 (emergencia): alto riesgo de deterioro de su estado de salud; 3 (urgencia): no es grave, debe ser atendido en las primeras horas; 4 (prioritario): urgencias menores, de baja complejidad; 5 (no urgencia): no amerita atención en urgencias y puede ser evaluado por consulta externa con cita programada, como el ejemplo citado al inicio del artículo.

“Ah bueno, entonces cuando tenga una urgencia siempre voy a consultar al Hospital San Vicente Fundación”. Nuestro compromiso siempre será brindar la mejor atención a todos nuestros pacientes, sin embargo, como mencioné ahora, tenemos unos recursos finitos como todas las instituciones de salud, y están destinados a los pacientes que requieran servicios de urgencias de alta complejidad.

¿Qué quiere decir servicios de urgencias de alta complejidad?

Para entender este punto, es importante pensar en una situación real: ¿es lo mismo una persona que tenga dolor abdominal con ardor al orinar, que una persona con un tumor en la cabeza más dolor, fiebre y convulsiones? Si bien las dos personas están enfermas, la primera requiere una cantidad menor de recursos para su atención: una muestra de orina para definir su manejo. Mientras el segundo caso, requiere imágenes como tomografía (TAC) o resonancia magnética, manejo por un equipo multidisciplinario: neurocirujano, cuidado crítico, oncólogo, medicina física y rehabilitación. Este último caso, ilustra la indicación de atención en urgencias de alta complejidad, requiere múltiples recursos para realizar un adecuado manejo de su enfermedad.

Los hospitales de baja complejidad son aquellos atendidos por medicina general y que tienen recursos básicos para su atención. Los hospitales de mediana complejidad cuentan con especialidades básicas (medicina interna, pediatría, obstetricia, ortopedia y cirugía general). Los hospitales de alta complejidad cuentan con subespecialidades médicas y quirúrgicas para la población adulta y pediátrica, unidades de cuidado crítico, rehabilitación, trasplante, diálisis; además de las especialidades básicas que se encuentran en la mediana complejidad.

Entonces, si estoy enfermo, ¿a cuál hospital consulto?

Mi responsabilidad como usuario del sistema de salud es conocer la red de atención primaria de mi aseguradora y la IPS más cercana en caso de una urgencia o emergencia. Lo correcto es consultar al servicio de urgencias de mi red de atención, allí el médico tratante definirá si requiere remisión para un mayor nivel de complejidad. Los pacientes con condiciones crónicas en manejo por subespecialidades, en caso de descompensación o complicación, consultan a urgencias de alta complejidad por los recursos que demanda el manejo de su enfermedad.

Tengo una cirugía pendiente, ¿voy a urgencias?

Si la condición de salud no ha cambiado en casa, definitivamente no debes asistir a urgencias para solucionar trámites ambulatorios pendientes. Para citas por especialista, exámenes de laboratorio, imágenes, cirugías o procedimientos ambulatorios, debes realizar el trámite por la ruta ambulatoria establecida por la aseguradora. Congestionar los servicios de urgencias por trámites administrativos no resueltos genera retraso en la evaluación de los pacientes realmente urgentes.

Espero que con todo lo que acabas de leer, tengas un panorama claro acerca de la importancia del uso adecuado de los servicios de urgencias. Es una responsabilidad que nos incluye a todos como sociedad: pacientes y personal de salud.

Alejandro Marín Valencia
Líder de Urgencias Adultos

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