Ese 16 de mayo de 1913, con la firma plasmada en el Palacio Arzobispal, con la invitación de Don Alejandro Echavarría, secundada por el arzobispo Manuel José Caycedo y por otros 36 prestantes ciudadanos de esta villa, se sellaba el compromiso solidario más importante de los antioqueños. En este no había ningún interés financiero, no se cerraba un contrato millonario; simplemente, se aceptaba una realidad social incuestionable, los pobres y menos afortunados no tenían condiciones de atención en salud dignas, se requería el concurso de todos para lograr tener un centro hospitalario que diera respuesta a los antioqueños y por qué no a los colombianos.
Sólo movía a esos hombres su ánimo solidario, su espíritu cristiano, su amor por el prójimo y por su región. No se creó una empresa fácil, no era simplemente separar algo de sus bienes para poner a funcionar un hospital, no. Eran conscientes de que era una aventura de largo alcance. La sola construcción, tuvo numerosas dificultades que fueron salvadas una a una, transcurrieron 13 años para que se pudiera atender el primer paciente del Ferrocarril de Antioquia, otra gran obra de esa comunidad pujante, que no se doblaba ante ninguna adversidad, ni de la naturaleza, ni de la vida; y otros 8 años para abrir definitivamente sus puertas para la atención de cualquier vecino de esta ciudad o sus alrededores. Pero las grandes obras requieren de grandes hombres y estos lo eran; su compromiso perduró por el resto de sus vidas, buscando la forma en que una obra de solidaridad, pudiera seguir viviendo en su esencia, cumpliendo su misión de atender a los más necesitados, a pesar del inestable apoyo económico del estado y de las crecientes necesidades en salud de una ciudad en continuo crecimiento.
Esta solidaridad incuestionable, que fue motor de la gran empresa de nuestros fundadores, ha estado presente en estos 110 años de vida institucional. Se ha vivido en el apoyo que se ha recibido por múltiples iniciativas privadas de nuestra sociedad, y de la misma manera, ha sido revertida en miles y miles de atenciones en salud, que se han brindado sin distingos para esa población más necesitada y vulnerable de nuestra comunidad.
En 1936 luego de su apertura y ante el creciente número de pacientes que requerían atención urgente, se decide crear la Policlínica Municipal, la cual ha sido nuestro servicio de urgencias desde ese momento; para los años 40, ante la importante morbilidad y mortalidad de los niños de nuestra región, se organiza la atención infantil en la sala Clarita Santos, mientras la comunidad, con el apoyo del estado permiten la construcción de nuestro Hospital Infantil, que empezaría a funcionar en 1960. Precisamente en los años 60 y 70, se evidencia la importante incidencia de enfermedades crónicas, se organizan las especialidades médicas y se realizan los primeros trasplantes en Colombia y Latinoamérica en nuestro Hospital; para los años 80 y 90 la violencia generada en el narcotráfico, lleva a que las especialidades quirúrgicas y nuestra Policlínica se especialicen en el manejo del trauma; en los últimos años, entrado el siglo XXI, nuestra institución ha sido importante en el manejo de los pacientes más complejos que derivan del aumento de la incidencia y prevalencia de las enfermedades crónicas, del trauma y de la mayor esperanza de vida nuestra comunidad. También el Covid-19 ha sido otro reto, donde no se dudó ni un segundo en volcar todas nuestras capacidades para brindar la mejor atención, la más especializada a quienes pudieran requerirla, es así como atendimos más de 3.700 pacientes, principalmente en nuestra unidades de cuidados intensivos.
Es innegable que esta institución ha estado unida fuertemente con esta comunidad y sus necesidades, y estas han sido los motores más importantes de nuestros desarrollos y servicios.
Esta gran empresa de la salud, del amor solidario, ha sido también una escuela de la innovación, la cual hemos potenciado con esa alianza indisoluble con la Universidad de Antioquia, con quien se ha compartido siempre no solo el espacio, también los ideales y logros.
Son reconocidas las innumerables experiencias exitosas que han impactado positivamente la atención médica y que ejemplifican y validan a esta institución en cuanto a ser la mayor empresa innovadora en salud de los antioqueños y que convierte a nuestro Hospital en patrimonio inmaterial (científico y cultural) de nuestro departamento:
La primera autotransfusión en el país con el Dr. Hernando Vélez Rojas, las primeras varillas en fémur con el Dr. Joaquín Aristizábal y el mismo Dr. Vélez Rojas; las primeras cirugías de tórax y corazón con el Dr. Antonio Ramírez; los reimplantes de mano con el Dr. Marco Ramírez; los primeros trasplantes de riñón e hígado con el Dr. Álvaro Velásquez; los récords de cirugía de corazón del Dr. Alberto Bernal; el primer riñón artificial con el Dr. Jaime Borrero y el Dr. Álvaro Mejía; son solo ejemplo de hombres que lideraron equipos creadores, que cambiaron la medicina en nuestro Hospital, en el departamento, en el país y en Latinoamérica. Desde este Hospital se ha creado una escuela de medicina que ha estado a la altura de la de cualquier centro del mundo en atención de pacientes de alta complejidad, demostrando que la mezcla de solidaridad, ciencia e innovación hacen imparable cualquier empresa.
La historia es caprichosa, los tiempos cambian, las circunstancias vienen y van. Hoy los retos son distintos pero siguen siendo importantes. Esperamos tener la luz que han tenido quienes nos han entregado esta hermosa empresa de la salud para que futuras generaciones sigan beneficiándose de la mejor atención en salud, en el mejor Hospital, el más humano, el más experto, el más solidario, como lo soñaron e idearon nuestros fundadores.
Muchas gracias.
Diego José Duque Ossa
Director general