La epilepsia es una enfermedad frecuente, que afecta al 1% de la población general, con un promedio de 70 millones de pacientes que la sufren a nivel mundial. Este lunes 12 de febrero conmemoramos el día internacional de la epilepsia, fecha que sirve para recordar la importancia de apoyar a los pacientes con esta condición, y evitar su discriminación laboral, social y personal por padecerla.
A pesar de encontrarnos en el siglo XXI, aún persisten mitos con respecto al origen de la epilepsia: que se origina en posesiones demoníacas, que es contagiosa, que es un castigo por acciones previas. Todo lo anterior es falso y termina contribuyendo a conductas de discriminación en contra de los pacientes con epilepsia, quienes en términos generales pueden llevar una vida completamente normal, si se logra un adecuado control de las convulsiones con medicamentos u otras alternativas de manejo como la cirugía.
La epilepsia es una enfermedad neurológica que ocurre por alteraciones en circuitos eléctricos en el cerebro, algo similar a un cortocircuito, que termina llevando a unas manifestaciones usualmente de corta duración. Es causada por situaciones externas en la mayoría de los casos, como sufrir un trauma en la cabeza en un accidente de tránsito, infecciones que afectan al cerebro como la meningitis y la encefalitis, y traumas durante el proceso del nacimiento de los bebés. La epilepsia puede estar asociada en un porcentaje menor a una condición hereditaria.
Las manifestaciones de la epilepsia pueden ser tan diversas como las funciones que cumple el cerebro: episodios donde el paciente no es capaz de responder, otros donde hace movimientos similares a agarrar cosas con las manos, otro donde puede haber movimientos rítmicos de una sola extremidad, entre otros. Pero la crisis epiléptica por excelencia, y que genera más miedo a quienes la presencian, es la que involucra todo el cuerpo en un solo movimiento, la llamada coloquialmente “ataque” o convulsión; que todos reconocemos al verla.
En esta crisis “generalizada” o “ataque”, los testigos juegan un papel fundamental al poder contribuir a disminuir las complicaciones inmediatas de tal evento, mediante la aplicación de unos primeros auxilios que ayuden a evitar traumas y lesiones.
En el caso de Colombia, si el paciente tiene alguna de las características de alto riesgo listadas en la penúltima casilla como: primera convulsión de la vida, crisis que dura más de 5 minutos, persona lesionada o embarazada, convulsiones seguidas, dificultad para respirar, o la crisis ocurre en el agua; se debería llamar al servicio del 123 para reportar el caso y con esto ayudar a trasladar al paciente lo más pronto posible a una institución de salud donde pueda ser atendida adecuadamente.
Por último, es de gran importancia recordar que los pacientes con epilepsia deben estar en frecuente seguimiento por medicina y el especialista en neurología, y en los casos más complejos por el epileptólogo (neurólogo especialista en epilepsia), para garantizar una adecuada atención de la enfermedad y ayudar a que la calidad de vida del paciente y su entorno sea la mejor posible. Las terapias disponibles para tratar la enfermedad son cada vez más diversas, desde medicamentos anticrisis hasta tratamientos quirúrgicos y dietas especiales como la cetogénica, lo cual contribuye a que muchos de nuestros pacientes lleven una vida normal y se puedan integrar a las actividades habituales del día a día.