“No puedo hacerte entender. No puedo hacer que nadie entienda lo que ocurre en mi interior. Ni siquiera puedo explicármelo a mí mismo.” (Franz Kafka, La metamorfosis)
Esas fueron las palabras que pronuncio Gregorio Samsa mientras se encontraba atrapado en el cuerpo de un insecto. Franz Kafka, de manera “prodigiosa” esculpe esa sensación que muchos de mis pacientes afirman haber sentido mientras se hallaban acostados en una de las camas de la unidad de cuidados neuro-críticos de nuestra institución.
Las Unidades de Cuidados Intensivos son ese lugar del Hospital, donde se encuentran hospitalizados los pacientes más gravemente enfermos, que requieren soportes especiales, cuidados únicos y ciertos fármacos que no se hallan en otro lugar del Hospital.
Por otro lado, las unidades de cuidados neuro-críticos alojan individuos con patologías o enfermedades que afectan el sistema nervioso (cerebro, nervios, etc.) y que necesitan cierta tecnología, pero sobre todo personal con entrenamiento especializado en el cuidado y control de su enfermedad.
Pero además de este concepto técnico, son lugares donde se conjugan un sin número de sentimientos, emociones y se batalla todos los días con el fin de no solo vencer la enfermedad sino a la muerte misma.
Esa sensación de alienación y despersonalización en la que los pacientes suelen sentirse, esa pérdida de identidad en la unidad mientras el sonido de monitores y el dialogo incesante de personas desconocidas a su alrededor, provocan que los pacientes tengan incapacidad para comunicar sus sentimientos y pensamientos, tanto a su familia como al personal asistencial que lo acompaña día a día. Este es el vivo reflejo que viven los pacientes las 24 horas al día, los 7 días a la semana y los 365 días del año, resumido en la dificultad que tienen los pacientes para expresar sus emociones y necesidades cuando se encuentran en la unidad de cuidados intensivos.
Pero no todo el panorama es el más dantesco, hay siempre una luz de esperanza, un pequeño pero gratificante motivo para que minuto a minuto trabajemos en beneficio de nuestros pacientes y es la continua presencia de los familiares como vivo apoyo y acompañamiento de su familiar.
Es ahí donde, no solo los profesionales y personal técnico que trabajamos en la unidad de cuidados neuro-críticos de nuestra institución, sino también la familia aporta ese impulso necesario para que nuestro paciente y familiar tenga una rehabilitación no solo física sino mental; es preciso entender que no hablo de recuperación sino rehabilitación.
La rehabilitación según la Organización Mundial de la Salud, consiste en recuperar, mantener o mejorar sus capacidades físicas, mentales y sociales para la vida diaria; ese es nuestro fin como personal en la UCI, no solo curar y vencer a la muerte en el largo transitar de una hospitalización, sino también, retornar individuos productivos, madres y padres que puedan ver crecer y acompañar a sus hijos, para que puedan continuar con sus sueños y esperanzas futuras.
Tener un familiar en la unidad de cuidados neuro-críticos es un camino complejo y difícil, pero, aunque no lo parezca, gratificante; ver cómo nuestro familiar va mejorando con el paso del tiempo y el paso de las horas.
No podemos olvidar los cuidados impartidos desde aquel personal profesional y técnico de enfermería, que son nuestra mano derecha; ellos desde su formación tienen una visión holística, que ofrece a nuestros pacientes y sus familias un acompañamiento permanente, el cual impacta no solo en desenlaces “duros” como son la mortalidad, tiempo de ventilación mecánica y el tiempo de estancia en la UCI, sino en los desenlaces “blandos”, como son retornar a la sociedad a un ser humano capaz de retomar sus actividades básicas y su labor económica para el sostén personal y familiar.
Desde una mirada personal, la Unidad de Cuidados Intensivos, independiente de su enfoque especializado; es ese segundo hogar en donde una familia llamada “cuidadores”, cambiamos vidas, ofrecemos esperanza, pero sobre todo damos el 100% de nuestra entrega para aliviar, dar amor, acompañamiento y lo más importante, crear un lazo irrompible con ese binomio llamado paciente/familia; sin importar la hora, el día, el clima y nuestras familias.
Somos la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital San Vicente Fundación Medellín, somos no solo un lugar en nuestra institución, somos un grupo de personas que estamos para cuidarte, apoyarte, pero más que todo atender todas tus necesidades médicas, psicológicas y espirituales mientras estés en este transito difícil llamado “hospitalización en UCI”.