La enfermedad cardiovascular es la principal causa de muerte en el mundo, responsable de casi 18 millones de muertes al año. Para ponernos en perspectiva, vemos cómo nos ha cambiado la vida la pandemia por COVID-19, la cual llevará a más de un millón de muertes en 2020, que obviamente no es nada despreciable, pero que está muy por debajo de las muertes cardiovasculares, la cual sin duda es la pandemia más grande que tenemos en la actualidad.
La enfermedad cardiovascular puede estar originada por múltiples factores, como tabaquismo, diabetes, hipertensión arterial, sedentarismo u obesidad como factores de riesgo tradicionales, pero además por otros eventos como la contaminación del aire o patologías menos comunes.
Adicionalmente, en tiempos de COVID-19, los pacientes con enfermedad cardiovascular se enfrentan a una doble amenaza, pues tienen un mayor riesgo de formas más graves de COVID-19 y además ha llevado a descuidos en la atención médica por temor a acudir a los centros de atención, lo que se espera aumente aún más la mortalidad cardíaca.
Se requiere entonces recordar la importancia de cuidar tu corazón con diferentes acciones que puedes integrar a tu día a día. A continuación, encontrarás tips para que cuides tu corazón, y así, vencer la enfermedad cardiovascular.
El papel de la educación
Una parte fundamental en el tratamiento de las personas con patologías cardiovasculares, es reconocer la importancia de la educación como la estrategia principal, tanto para quien tiene esta condición como para sus familiares. De esta forma, se pueden apropiar mejor de su enfermedad, del tratamiento farmacológico que deben seguir y de integrar hábitos saludables que les aportarán mayores beneficios.
A través de la educación, se logra sensibilizar a gran parte de la población sobre la necesidad de adoptar cambios en los estilos de vida, que modifiquen factores de riesgo como la obesidad, el sedentarismo, el consumo de tabaco entre otros, enfocándose además en la prevención e identificación oportuna de complicaciones, que en ocasiones se vuelven incapacitantes.
Es por eso que el objetivo de educar a las personas y sus familias, es conseguir que se sientan más responsables del tratamiento y que comprendan cómo una adecuada adherencia a este, incide de manera satisfactoria en mejorar su calidad de vida.
Alimentación saludable
La ingesta de una dieta saludable desde la infancia, en porciones adecuadas de alimentos con bajo contenido de grasas animales, sal y carbohidratos, previene el desarrollo de los factores de riesgo cardiovasculares que afectan a gran parte de la población como la hipertensión arterial, el aumento del colesterol sanguíneo (hipercolesterolemia), la diabetes y el sobrepeso. Para prevenir el aumento de peso y los niveles de presión arterial es aconsejable la disminución en el consumo de sal y de azúcar tanto como sea posible.
También, se recomienda el consumo de fibra a través de la ingesta de frutas y verduras, así como de cereales integrales, fuente de vitaminas y minerales. Además, es aconsejable el consumo de carnes magras con bajo contenido graso y pescado, especialmente los de aguas profundas como el atún, la sardina, el salmón y la trucha, debido a que su alto contenido de ácidos grasos omega 3 disminuye los niveles de colesterol.
Es conveniente reducir el consumo de ácidos grasos trans que suelen estar en alimentos procesados y empaquetados como galletas, fritos, pasteles, bizcochos, pan dulce, donas y margarina entre otros, dado que los mismos aumentan el colesterol LDL denominado comúnmente colesterol “malo” y la mayoría tienen gran contenido de sal. De todas las grasas, la grasa trans es la peor ya que consumir demasiada grasa trans en la alimentación, incrementa el riesgo de padecer enfermedades no solo cardíacas, sino también otros padecimientos de salud.
Es fundamental seguir estas recomendaciones, pues insistimos en que la enfermedad cardiovascular continúa como la primera causa de muerte en el mundo, la gran mayoría de estas muertes, prematuras, se pueden evitar adoptando hábitos de vida saludable en nuestra vida cotidiana, creando y compartiendo entornos de salud individuales que se expandan a las personas más cercanas. Estas son medidas sencillas, efectivas, disponibles universalmente que nos conducirán a una vida plena y saludable.